24.3.07

El Sótano Del Miedo I

Bueno, en primer lugar quería dar las gracias a Alba (Tara) por hacerme partícipe de este rincón donde cada uno de nosotros dejará una pequeña parte de sí mismo; y para continuar, como siempre he dicho, las presentaciones no es que sean mi punto fuerte, así que creo que lo mejor será que entre directamente al tajo. Este es el primer guión que he escrito medianamente en serio (que en realidad era para una clase de la escuela en la que estudiaba) y que aún no había visto la luz más allá del aula; aunque es posible que en futuro pueda leerse en más lugares, la presentación oficial la hago aquí y espero, de corazón, que os agrade su lectura. Un abrazo para todos ^^

EL SÓTANO DEL MIEDO

Ángel, Álex, María, Yolanda y Sergio entran al sótano. Yolanda enciende la luz y ven únicamente seis sillas y una mesa. Se dirigen a la mesa que se encuentra en el centro de la sala y llevan las sillas hasta ella. Ángel deja la tabla apoyada en una de las sillas y ayuda a María a encender las velas.

- ÁNGEL: ¿Crees que tendremos suficiente con estas velas? A mí me parecen pocas.
- MARÍA (con tono sarcástico): Yo creo que sí, además, tampoco es necesario tener un santuario para poder convocar a nadie, ¿o acaso piensas que se va a perder por una vela más o una menos?
- ÁNGEL: No, pero como se consuman todas los que se matarán con algo al salir seremos nosotros… y no me apetece acabar en urgencias explicando que me he partido la cabeza haciendo una ouija en horas de clase.

Mientras, los otros tres terminan de colocar la tabla sobre la mesa y Álex saca de su mochila una moneda para dejarla al lado de una de las velas.
Una vez dispuesto todo se sientan alrededor de la mesa y comienzan a mirarse los unos a los otros. Tras esto colocan sus dedos índices de la mano derecha en la moneda y María arquea su ceja dirigiéndose a Álex.

- MARÍA: ¡Vaya! ¿Es que no tenías una moneda más pequeña en tu casa? Joé, más vale que Juan no venga nervioso porque si no, va a salir disparada a cualquier parte.

Todos menos Álex se ríen, y entonces Yolanda comienza a hablar poniéndose seria y mandando callar a los demás.

- YOLANDA (respirando hondo): Bueno, vamos a empezar que se nos hace tarde… ¿tenemos todos los ojos cerrados? Entonces, a por ello: Imaginad un muro blanco con un punto negro al que poco a poco os vais acercando. Ahora el punto se convierte en el número diez y según llegáis va bajando a nueve… ocho… siete… seis… cinco… cuatro… tres… dos… uno… ya estamos preparados para comunicarnos con él. Juan ¿estás aquí? Si es así, danos una señal.

La moneda comienza a moverse despacio en círculos hasta que de repente se para en el “Sí”. Todos se inquietan y comienzan a moverse en sus sillas mirando a los demás; entonces Álex se decide a preguntar e intentar mantener la tranquilidad del resto.

- ÁLEX: ¿Juan? ¿Eres tú? ¿Quieres hablar con nosotros?

La moneda vuelve a dirigirse al “Sí”, esta vez es más rápida y no da tantas vueltas.

- ÁLEX (conteniendo la respiración): Bien y ¿qué es lo que quieres contarnos?... Oooos… eeechooo… deee… meeenooos…

A María le cambia el gesto de miedo a triste y cierra los ojos.

- MARÍA: Nosotros también te extrañamos, por eso queremos hablar contigo, saber si dónde estés estás bien y, bueno, por curiosidad, si puedes decirnos algo del futuro… siempre habías sido reacio a todo esto de lo sobrenatural.

En el tablero la moneda señala un grupo de letras que conjuntamente dicen “Miedo… roban a Luís… ahora”.

- ÁNGEL: ¿Cómo? ¿Van a atracar a Luís?... venga ya, no puede ser cierto, eso es una coña, ¿quién es el gracioso que está moviendo la monedita que se va a llevar una leche de regalo y sin sorteo?

¡No la movemos ninguno! Responden al unísono mientras que la moneda señala sola el “No”.

- ÁNGEL: Venga, va, que no me lo creo. Voy a llamar a este, ya veréis como descubro quién quiere tomarnos el pelo.

Coge el móvil de su mochila y marca el número de su amigo. Al no recibir respuesta decide llamar a otro que pueda estar con él y demostrar que todo es una pantomima.

- ÁNGEL: ¿Jose? Hola soy Ángel ¿Está Luís contigo?... ¿No? Y entonces ¿dónde está? ¿¡EN LA COMISARÍA DENUNCIANDO QUE LE HAN ATRACADO EN LA PUERTA DE SU CASA!?... Vale, vale, pues ya le llamaré a casa, gracias tío.

Se queda mirando fijamente el teléfono que sostiene con su mano izquierda y dando una patada a su silla pregunta a cada uno de sus amigos.

- ÁNGEL (gritando): ¿Cómo lo sabíais? ¿Acaso habéis mandado a alguien para que le dé el susto padre?... ¡Ah, no, ya lo entiendo! Estáis todos compinchados para hacerme creer en esto… panda de cretinos que estáis hechos, ¡por un momento me lo había tragado!

De repente la moneda empieza a dar vueltas hasta que se para al borde de la mesa, se escucha un golpe seco en la pared y la puerta empieza a moverse como si estuvieran llamando. Yolanda se levanta de la silla y tropieza con ella al salir corriendo a coger sus cosas que están en el suelo.

- YOLANDA (gritando y casi llorando): ¡Vámonos de aquí, por favor vámonos, esto no tiene ninguna gracia!

Siguen oyéndose golpes como si alguien llamara a la puerta y la moneda no para de girar. Sergio lee el mensaje y con voz temblorosa llama a Yolanda.

- SERGIO: Yo… Yo… Yolanda… si fuera tú no saldría por esa puerta.

- YOLANDA (girándose para mirarle): ¿Por qué? ¿Acaso puede pasarme algo? Mirad, yo me voy a clase, ya he tenido bastante, no quiero saber nada más de esto. ¡Venga, responde! ¿Es que va a hacerme algo?

- SERGIO (levantándose): No puedes irte porque debemos cerrar la sesión, de no ser así Juan se quedará vagando entre las dos dimensiones e incluso, existe la posibilidad de que alguien más al que NO hemos llamado atraviese el umbral y… sinceramente, no me seduce la idea de que algo o alguien me persiga porque no hemos cerrado la puerta como es debido, ¿lo entiendes? Se supone que tú eras la entendida.

- YOLANDA: Cerradla vosotros, ya te expliqué cómo hacerlo ¿no? Pues ya está, yo me largo.

Abrió la puerta y se marchó, los demás se quedaron mirando a Sergio esperando que fuera él quién se encargara de terminar el trabajo.

- ÁLEX: En fin Sergio, creo que el único que sabe lo que hay que hacer eres tú, los demás no tenemos ni pajorera idea y eso que has soltado no me ha dado ningún buen rollo, así que tira, que yo también quiero largarme de aquí.

Sergio volvió a sentarse y colocó su dedo en la moneda.

- SERGIO (moviendo las piernas nerviosamente): Está bien, veamos, volvemos a imaginar el muro blanco pero esta vez será a la inversa, vemos el diez y según nos alejamos sigue la cuenta atrás… nueve… ocho… siete… seis… cinco… cuatro… tres… dos… uno… ya, hasta siempre, Juan, te queremos.

Todos se levantaron de las sillas y en silencio cogieron sus cosas. Cuando están a punto de salir María se da la vuelta y se queda mirando la mesa mientras le da un escalofrío.

- MARÍA: Deberíamos quemar la hoja, ya sabéis que Yolanda dijo que si no se hacía era como si no se hubiera hecho nada.

- ÁLEX: Da igual María, ya has visto que la moneda no se ha movido y los golpes han cesado cuando Sergio ha soltado la perorata de la pared blanca. No pasa nada, vámonos que no llegaremos a la siguiente clase, ¡ah! Y apaga la luz, anda.

Cuando todos han salido del sótano de repente se enciende la luz y en la hoja, quemadas, están las palabras “No podréis huir de vuestro destino”.

4 comentarios:

aL* dijo...

Ei, como mola!! tiene su enganche! tiene continuación o solo escribiste hasta ahí??????

Anónimo dijo...

jaja me gsta esta historia porque me recuerda al miedo que pase por la obsesion mas k nada... la 1º vez que hice una ouija (no la welbo a hacer) jaaj pero estaria bien saber como sigue no??aunque weno de esta manera te quedas con la intriga de que puede pasar.
esta mb ;)

Hades121 dijo...

Esta muy bien escrito. Da hasta cierto miedo, y eso que a mi lo de la ouija esa me parece un poco tonteria.

Se nota que tienes nivel ;)

Morgana dijo...

¡Muchas gracias! la verdad es que sólo escribí hasta ahí porque era el posible guión para una secuencia de tres minutos, pero sí me había planteado continuarla, al menos porque así tengo algo en qué pensar ahora que tengo más "tiempo libre" aparte de lo que ayude a mi padre en el trabajo.

En serio, muchas gracias por los comentarios, a excepción de un compañero del grupo (porque los demás tuvieron la misma expresividad que una mesa) y mi madre, nadie me había dicho que tuviera tal gancho... a lo mejor lo sigo ^^