17.4.07

Sangre y Pasión: Capítulo 6

Anoche recibí la llamada que esperaba. Ella había cumplido su compromiso, lo cual era lógico ya que no tendría que mandar matarla, al menos de momento. La jovencita podía serme útil aún en esta vida. A pesar de ello, todavía no terminaba de confiar en la cría. ¿Tendría lo que hace falta para nuestra vida? Aún había muchas cosas que poner a prueba, y pensé en comenzar cuanto antes.

Me vestí de un elegante traje blanco y con sombrero del mismo tono. Cogí el bastón con empuñadura de acero, que era mi favorito y guardé bien una pistola un tanto especial bajo la chaqueta. De semejante guisa decidí bajar por las escaleras, hasta el sótano. Allí un hombre con la cara destrozada se encontraba atado en una silla. Se trataba del contacto de los colombianos en el bar, un traidor entre mis propias filas. Un ítaloamericano haciendo chanchullos de drogas con escoria latina. Los italianos siempre hemos sido gente de honor, y yo no iba a permitir que mi gente vendiese esa mierda.

Me acerqué a la sucia rata traidora y le golpee diez, quince, veinte veces... perdí la cuenta de la cantidad de golpes que propiné a su maldita cara. Después, reí. Le hice saber que moriría, como ya habían muerto sus tres cómplices del crimen. Pero no sería ni yo ni ningún italiano quien le diese el golpe de gracia. Había decidido probar a la muchachita, y no hay peor deshonor para uno de los nuestros que morir a manos de una mujer, más aún si no pertenece a los nuestros. Sí, ésa era una gran idea que me haría disfrutar mucho.

Tras la silla, una jovencita acurrucada en el suelo. Estaba completamente desnuda. Se trataba de su prometida, pero nunca más lo sería. Yo la saqué de la calle y le ofrecí una vida con alguien que ha resultado ser desleal. Ahora debía tomar lo que es mío. La chica me temía, sabe lo que soy, y por ello no deberá jamás abandonar esta casa. Acaricio su delicado cuerpo libre de atavíos mundanos. La verdad que la niña (pues apenas tendría más de diecisiete años) tenía unas formas absolutamente deliciosas. Pero era la amante de un traidor y eso la hacía totalmente indigna de recibir mi sangre. Pero claro está, nada impedía que yo probase la suya, y ahora que me pertenecía, sería un recipiente encantador. Tengo que decir que mis gustos sanguíneos son exquisitos, algunos dirán que sumamente quisquillosos, pero no puedo alimentarme más que de sangre de mujeres jóvenes y con atractivo o mi cuerpo la rechazará de pleno. Me coloqué tras ella y comencé a acariciar sus senos y zona genital hasta que comenzó a excitarse. Había llegado el momento de morderla, y así lo hice, chupando sólo la sangre que me era estrictamente imprescindible para recuperarme; no quería perderla tan pronto, tendríamos muchas diversiones en el futuro.

Tras terminar mi desayuno nocturno, ordené que la encerrasen en su habitación tras recuperarse de las heridas. Allí descansaría hasta que tuviese que servirme de nuevo de ella. Fumé mi pipa con tranquilidad, ya se me han hecho eso de las dos y media de la madrugada así que emprendo rumbo al bar, y es que queda mucho que hacer esta noche.

No hay comentarios: