El Beso y el abandono

Este es un pequeño relato que he tenido que hacer para el foro de Rol, ya que ha sido totalmente renovado: Nueva York Nocturno 2.0. Espero que os guste:


Pasó hace más de un año. Justo cuando Marius dejó de ser principe, él desapareció.

Quedaba con Louis a menudo, aunque había alguna cosa que no me gusta hacer de lo que me pedía, estaba con él horas y horas. Sentía algo.

Aquella noche me desperté en su sofá, donde le ví por primera vez. Estaba completamente desnuda y solo me acordaba de algo fantástico, lo que no me gustaba es que ahora me encontraba sola en aquel lugar. Hice un repaso de todo, placer... excitación... aquella sensación que me recorría todo el cuerpo que no podía olvidar. El Beso, creo que fue una de las mejores cosas que había experimentado hasta el momento. Tenía sed.

- ¿Louis? - llamé. Pero nadie me contestó. Soledad total.

Me vestí con la ropa que había dejado en el suelo para irme de allí, de ese sótano y buscar a Louis para que me explicara todo lo que estaba sintiendo en mi cuerpo. Me sentía rara y tenía mucha sed.

Subí las escaleras y vi que todo estaba destrozado, como si alguien hubiera descargado su rabia contra aquel lugar. Lo peor de todo fue ver a los sirvientes de Louis, mi Sire, muertos. Gargantas destrozadas y sangre por todas partes. Sangre. Tenía sed. No sé porque relacioné estas dos cosas. ¿Sed de sangre? No podía ser. Deseaba desesperadamente que apareciera él para que estuviera conmigo, a mi lado. Tenía miedo, esa sangre... Salí corriendo, la puerta estaba abierta. Era de noche y lo único que quería era llegar a casa.

Me había abandonado. Después de todo, me había convertido en lo que ahora soy y me había dejado tirada. Me costó aprender todo por mí misma. Esas cosas que me parecían tan extrañas de este mundo. Ahora, todavía estoy desorientada, sigo igual, buscándole por todos los sitios, haciendo algo inútil que no me va a servir de nada porque estoy segura de que nunca más le iba a volver a ver.

Recuerdo que aquella noche, furiosa mientras corría hacia mi casa, me cruce con un tío asqueroso. No le dejé tiempo a que me hiciera nada, simplemente le agarré, y sorprendida por mi gran fuerza le mordí en el cuello. Esa sed desapareció. Creo que fue un instinto. En esos momentos el miedo se apoderaba de mí más aún.

Ahora, vago por las calles todas las noches en busca de presas, para alimentarme. Aunque tengo amigos y un trabajo como camarera, me siento sola. Si yo existo, seguramente a mi alrededor haya más como yo, pero no sé quienes son, no me he relacionado nunca con ninguno de ellos. Tengo que guardar este secreto.

Tzimisce, eso es lo que soy y creo que lo seré eternamente. Un vampiro.