8.5.07

Pasiones Sin Perdón

Las pasiones son foco de desesperanza. Si no entendéis las conductas que conducen a la persona al mal serviréis mejor a sus crueles propósitos, los del Diablo mismo personado en Infamia. Cuando iras y lujurias de fino hilo se presentan a tus ojos con renovada ilusión de matar, tienes la opción de caer en ellas o no.

Para los que deciden dejarse llevar por las bajas pasiones les espera una vida de goces sin fin, pudiendo deleitarse con aquello que les satisface sin mayor límite que el de sus propios designios y posibilidades de éxito. Fácil es tomar a una mujer sin que ella así lo desee, como fácil es arrebatar la vida de un hombre honesto y desarmado. Lograr caprichos está al alcance de cualquier posibilidad, pero su desafuero no le llevará más que a un cúmulo de despropósitos sin igual.

Por el contrario los que no caigan en esas realidades, podrán vivir en comodidad, siempre y cuando un bellaco o mujer sin escrúpulos no quiera aprovecharse de la buena voluntad del prójimo, cosa que suele suceder con demasiada frecuencia. Para ello, ignorad sus cantos de sirena que solo llevan a la hecatombe. Si es preciso, tomad prestado un mástil cual Ulises y ataos al mismo, sin importar las desgarradoras tentaciones. Despreciad a esa mitad hembra mitad pez que os silba al oído los deseos del Caído.

Preguntaos a vosotros mismos cual es vuestro camino, y no os apartéis de él, pues no hay perdón para los desalmados en el mundo de la víctima de la que oséis aprovecharos, pero tampoco hay goces inusitados para el pudoroso sinvergüenza que quiera disfrutar de los mundanos placeres del vicio. Realidad es aquello que percibimos como deseable, y no os arrastréis por la tierra como vulgares acomplejados pusilánimes.

Cuando un día hayáis visto lo que se esconde tras vosotros, entonces podréis elegir la senda correcta. Hasta entonces, solo seguid vuestra rutina de máquinas engrasadas y de instintos animales sin remedio.

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